El presupuesto: 8 ideas para hacerlo mejor

por Jesús Martínez
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En nuestro día a día usamos muy a menudo la palabra ‘presupuesto’, o la fórmula ‘presupuestar’, pero ¿sabemos de verdad de qué estamos hablando? De acuerdo con la RAE, un presupuesto se define como la cantidad de dinero calculado para hacer frente a los gastos generales de la vida cotidiana, de un viaje, etc. Fuera del ámbito doméstico, un presupuesto sirve para explicar cómo se forma el cómputo de los gastos o ingresos, o de ambas cosas que resultan de un negocio, sea público o privado.

El presupuesto es el fundamento de las finanzas personales; la piedra angular. Si no aprendemos a presupuestarnos, sin importar lo grandes o pequeñas que sean las cantidades que manejamos, nunca conseguiremos cuadrar nuestras cuentas.

El método de seguimiento que elijas para cumplir tu presupuesto/plan de gasto será tu guía a la hora de convertirte en un ahorrador. En la tarea de ordenar nuestros gastos e ingresos hay quienes optan por interminables hojas de Excel, carpetas llenas de tickets y facturas o anotaciones en post-its coloridos; sin embargo, estas tareas llevan demasiado tiempo y esfuerzo, y uno acaba por abandonar. Por ello, hoy día más de 350.000 españoles han optado por usar las nuevas tecnologías, aplicaciones gratuitas como Fintonic, disponible para iOS y Android, que analiza cómo y en qué gastas tu dinero.

La aplicación recoge la información de todos tus bancos y tarjetas y te la muestra organizada automáticamente en categorías (lo que gastas en el super, en gasolina, en ropa…), te da recomendaciones de ahorro y ofrece numerosos gráficos ad hoc con tu patrón de gasto para que sepas al instante en qué partidas es mejor recortar y, lo que es aún mejor, te avisa con alertas cada vez que ocurre un movimiento inesperado (un recibo que te pasan por duplicado, quedarse en descubierto…) o te desvías de tu presupuesto.

Independientemente del método que uses, es necesario aprender a construir un buen presupuesto para la consecución de tus objetivos; ¡atento!

  • La simplicidad será tu gran aliada en el arte de presupuestarte. Sé certero a la hora de fijar tus objetivos. Ordena tus gastos e ingresos y comprueba si después de restarle lo primero a lo segundo queda una cifra positiva. Ése es el objetivo de elaborar un presupuesto (y cumplirlo): si ya estás en ese punto, ¡enhorabuena! Una vez conseguido este saldo positivo, serás capaz de concentrarte en otras prioridades, como liquidar tus deudas, alimentar un fondo de emergencia o empezar a ahorrar para la jubilación. Así se construye una base sólida para tener seguridad financiera el resto de tu vida: suena bien y es posible.
  • Lucha contra los números ‘en rojo’ ganando pequeñas batallas. Si al tener ante ti tu presupuesto mensual ves que gastas más de lo ingresas, tenemos un problema. Identifica qué gastos son los que están desequilibrando tus números y distingue claramente cuáles de ellos son prescindibles: puede que sea el café en el bar de todas las mañanas o ese amor incondicional a las zapatillas de colores que te hacen comprar un par cada mes. La buena noticia es que la mayoría de las personas pueden reducir sus gastos mensuales de manera significativa al aprender a renunciar a esos pequeños caprichos que acaban sumando cantidades que no esperas al cabo de 30 días.
  • Recuerda que un presupuesto mensual es una estimación, pero que debe ser ajustada a la realidad. Para hacerlo, tendrás que tener claro qué ingresas y qué pagas cada mes, incluyendo talones, cheques, facturas, deudas de tus tarjetas de crédito… En este sentido confiar en una app resulta mucho más visual e inmediato que recolectar papeles durante un mes. El punto de partida y de referencia será siempre tu salario neto. Si eres autónomo o hay muchos variables o complementos influyendo en tu nómina, te resultará un poco más complicado elaborar un presupuesto realmente ajustado, pero merecerá la pena el esfuerzo: en estos casos, sé siempre conservador y realiza tus cálculos a la baja.
  • No concibas tu presupuesto única y exclusivamente como una ‘restricción de gastos’, o lo odiarás y acabarás incumpliéndolo. En realidad lo que nos permite tener un plan es saber que seremos capaces de gastar dinero en cosas que nos gustan sin preocuparnos por haber desatendido otras obligaciones financieras. Es decir; si nos atenemos a un presupuesto, no habrá sorpresas. Eso requiere disciplina, sí, pero nos facilita extremadamente la toma de decisiones y sabemos qué podemos permitirnos y qué no.
  • Establece categorías de gasto para organizarte mejor. Transporte, hogar, alimentación, entretenimiento, deudas pendientes… Elige qué conceptos describen mejor tus gastos fijos y recuerda que habrá algunos que no lo son: no todos los meses gastamos X en libros o en ropa. Recuerda que aplicaciones como Fintonic organizan automáticamente todos los gastos en categorías por ti, ¡ya no hay excusas!
  • Aprende a disfrutar de la sensación de victoria que produce gastar menos de lo previsto. Ése es el ‘gran premio’ de quienes se ajustan a un presupuesto realista. Saber que hay una ‘hoja de ruta’ que, de cumplirla, nos permite pasar un mes tranquilo aporta nuevos horizontes: nos deja pensar en fuentes de ingresos adicionales, administrar un fondo de emergencia y, sobre todo, ¡ahorrar!
  • Confía en los promedios de gasto en tus facturas… Casi siempre. El alquiler de tu casa o la letra del coche no fluctúan de mes en mes, pero hay facturas de suministros sí hay variaciones sustanciales. También hay imprevistos, gafas que se rompen y cenas ‘sorpresa’ con amigos –por ejemplo– que pueden amenazar con descuadrarnos el mes. Cada vez más compañías y aplicaciones facilitan estimaciones de lo que gastamos: sabemos que pagaremos más electricidad en diciembre que en abril, o que lo que subirá la factura de luz en agosto será el aire acondicionado. Antes de optar por una tarifa plana para según qué facturas, recuerda que para hacerla toman como referencia tu consumo del año pasado. Una vez establecido ese importe fijo hay quienes penalizan –con dureza, además– cada kilowatio consumido de más: en resumen, si nos ‘pasamos’, pagaremos más de lo previsto, y para colmo sin un precio proporcional, así que antes de dar el paso, piénsalo bien.
  • Sé responsable con el ‘dinero de plástico’. Aquí tienes un antiguo post de Fintonic en el que explican detalladamente en qué circunstancias es mejor optar por pagar con tarjetas de crédito o débito y para qué operaciones será más adecuado usar efectivo. Confiar exclusivamente en una de las dos fórmulas de pago puede crearnos problemas: podemos caer en la tentación de hacer compras impulsivaslo tengo, lo gasto– y descontrolar nuestros buenos propósitos respecto al presupuesto. Recuerda que las tarjetas ‘dejan rastro’, así que si queremos ser leales a nuestro plan de gasto, quizá sean más adecuadas en los gastos cotidianos.

Estas 8 ideas para elaborar un presupuesto con altas probabilidades de éxito se pueden resumir en una sola: para tener las finanzas personales en orden, la regla básica es gastar menos de lo que ganamos. Un presupuesto nos lo garantiza.

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