La liquidez es la capacidad de un activo o una empresa para convertirse rápidamente en efectivo sin perder valor. En el contexto de las finanzas personales o empresariales, los activos más líquidos son aquellos que pueden ser vendidos o utilizados de inmediato para satisfacer deudas o compromisos financieros. El efectivo es el activo más líquido, seguido por activos financieros como acciones y bonos, que generalmente pueden venderse rápidamente en los mercados financieros.
En una empresa, la liquidez es crucial para garantizar que pueda cumplir con sus obligaciones a corto plazo, como el pago de proveedores, salarios o deudas inmediatas. Las empresas con altos niveles de liquidez son consideradas financieramente saludables, ya que pueden afrontar gastos imprevistos o aprovechar oportunidades de inversión sin depender de financiamiento externo.
La liquidez del mercado también es un concepto relevante, que se refiere a la facilidad con la que un activo se puede comprar o vender en el mercado sin afectar significativamente su precio. Un mercado líquido permite transacciones rápidas y a precios estables.
Sin embargo, mantener demasiada liquidez también puede ser un problema. El dinero en efectivo o en cuentas de bajo rendimiento no genera un alto retorno, por lo que las empresas y los individuos deben equilibrar su necesidad de liquidez con el deseo de obtener rendimientos a través de inversiones a largo plazo.